martes, 26 de enero de 2016

El conflicto existencialista del individuo en "Conversación en La Catedral"

Escrito por: Nicolas León (2014)
Corregido por: Paco Solís Fúster y Pilar Cantella de León
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Portada de la edición del año 2001 (Peisa)
La novela total "Conversación en La Catedral"[1] escrita por el Nobel peruano Mario Vargas Llosa, uno de los autores del Boom de la narrativa latinoamericana tiene un estilo realista urbano. La obra, publicada en el año 1969, cuenta la conversación entre Santiago Zavala, hijo de un adinerado empresario, y Ambrosio Pardo, chofer de su padre. En este largo diálogo se narran además diferentes historias de otros personajes relacionados al amor, el sexo, el poder, la corrupción y la política en el Perú durante el ochenio del dictador Manuel A. Odría; en los que se evidencian conflictos y enfrentamientos personales. Uno de estos enfrentamientos es el conflicto existencialista del individuo.[2]
Vargas Llosa nos adelanta desde la dedicatoria a Luis Loayza y Abelardo Oquendo que la filosofía existencialista de Jean-Paul Sartre tendrá un papel importante en la novela: « [...] con todo el cariño del sartrecillo valiente, su hermano de entonces y de todavía» (Vargas Llosa, 2007). El existencialismo sartreano expone: « [...] si Dios no existe [...] la existencia precede a la esencia » (Aymard Sartre, 1984) Sartre define con “existencia” a los seres humanos, como individuos conscientes, libres, independientes y responsables que mediante sus actos proyectan una “esencia”, es decir un rol, estereotipo o definición. Los actos reflejan la “verdadera existencia” (Aymard Sartre, 1984) y definen quién se es y qué significado tendrá su vida. Sartre opinaba además que “el hombre es el único que no sólo es tal como se concibe, sino tal como él se quiere [...]. El hombre no es otra cosa que lo que él se hace.” (Aymard Sartre, 1984) El conflicto existencialista se evidencia cuando el individuo está descontento e infeliz con su rol o cuando el estereotipo define la “existencia” (y no lo inverso). Este conflicto también se da cuando la responsabilidad angustia al individuo. Estos conflictos se expresan, evidencian y desarrollan en diferentes personajes de la novela.

Santiago Zavala

Uno de los personajes más conflictivos es Santiago Zavala. En un primer nivel, el conflicto existencialista del personaje radica en “no poder pasar directamente del pensamiento a la acción” (Miguel Oviedo, 1982). Santiago no proyecta conscientemente en sus actos un rol que él desee o busque, sino son sus roles los que definirán sus actos: « -¿No está contento con su matrimonio? -dice Ambrosio. […]-Sí estoy -dice Santiago-. Lo que pasa es que ni eso lo decidí realmente yo. Se me impuso solo, como el trabajo, como todas las cosas que me han pasado. No las he hecho por mí. Ellas me hicieron a mí, más bien. » (Vargas Llosa, 2007). Santiago no logra escapar de la inacción. Las proyecciones de otros determinarán sus deseos. Él no obedece sus ideas, sino las de los demás. Sin embargo el conflicto de “Zavalita” (Vargas Llosa, 2007) no radica sólo en su inactividad. Él no está seguro de lo que quiere, sólo de lo que no desea para su vida: «Porque gracias a San Marcos no fui un alumno modelo, ni un hijo modelo ni un abogado modelo, Ambrosio» (Vargas Llosa, 2007). A partir del polisíndeton, Santiago evidencia su oposición a los roles que su padre le quiere asignar (hijo de un empresario, buen alumno y gran hijo). Él tratará de resistirse al propósito de su padre. Pero Santiago Zavala no procura un rol o definición por voluntad propia, por lo que no podrá sentirse conforme o satisfecho con los roles que tiene. Él se sentirá frustrado, porque aunque sabe lo que no quiere, no sabe lo que desea: «-No soy brillante, no soy estudioso, no repitas a mi papá, tío -dijo Santiago-. La verdad es que estoy desorientado. Sé lo que no quiero ser, pero no lo que me gustaría ser. Y no quiero ser abogado, ni rico, ni importante, tío. No quiero ser a los cincuenta años lo que es mi papá, lo que son los amigos de mi papá. ¿Ves, tío? » (Vargas Llosa, 2007). Durante los primeros meses conviviendo con Ana, se cuenta: « ¿[…] habías sido feliz, Zavalita? […] Piensa: a lo mejor habías sido, Zavalita» (Vargas Llosa, 2007). El narrador en segunda persona refuerza el cuestionamiento de Santiago Zavala sobre su felicidad y evidencia que no está convencido si es feliz verdaderamente. Carlitos responderá por qué su amigo está disconforme con su vida: « […] Debiste dedicarte a la literatura […], Zavalita.» (Vargas Llosa, 2007). Santiago fracasa porque no logra proyectar lo que verdaderamente quiere. Él sólo sabe que lo que no desea en su vida e intenta alejarse de aquello, pero no busca lo que desea proyectar. Él no se atreve a desafiar los roles que otros le imponen, porque no se atreve a proyectar en sus actos un rol que él busque.

El conflicto existencialista de Zavalita es aún más agudo y recóndito. Zavalita piensa que para escapar y separarse de su condición burguesa, debe casarse con Ana, una mujer de una clase social inferior a la suya, estudiar en San Marcos: «-A mis viejos eso les importa un pito -dijo Santiago-. San Marcos no les gusta porque hay cholos […]» (Vargas Llosa, 2007) y trabajar en “La Crónica”. Sin embargo, él fracasa en alejarse de su origen burgués. Aunque intenta distanciarse de sus roles sociales heredados, él “era […], será [y] morirá [como] un pequeño burgués.» (Vargas Llosa, 2007). Meses después de la boda con Ana, se cuenta: «y un día empezaron a hacerle bromas: te volvías serio Zavalita, te aburguesabas Zavalita» (Vargas Llosa, 2007). Aunque Santiago Zavala haya intentado (Libro I) alejarse de sus orígenes burgueses, proyecta un rol aburguesado, mientras más intenta distanciarse de este. El intento por alejarse de un rol, derivará en la recurrencia del mismo. Santiago no puede pasar de las ideas a la acción, y de esta manera no puede proyectarse.[3] Al intentar alejarse de un rol, eventualmente recurrirá al mismo. Su conflicto existencialista lo hace un hombre disconforme, infeliz y mediocre que no sabe lo que quiere ni logra lo que se propone.

Ambrosio Pardo

Otro personaje con un conflicto existencialista es Ambrosio Pardo. Durante una conversación en el burdel, Queta le dice a Ambrosio: «-Tenías miedo porque eres un servil -dijo Queta con asco-. Porque él es blanco y tú no, porque él es rico y tú no. Porque estás acostumbrado a que hagan contigo lo que quieran» (Vargas Llosa, 2007). Queta se enfrenta a Ambrosio y evidencia su conflicto existencialista. Ambrosio se deja “objetivizar” (Aymard Sartre, 1984), es decir deja que su rol y estereotipo definan y equivalgan a su existencia. Aunque a Ambrosio le disguste tener relaciones homosexuales con Don Fermín, él no se niega: «-Pienso en lo que va a pasar cuando lleguemos a Ancón y me siento mal -se quejó Ambrosio y Queta lo vio tocarse el estómago-. Mal aquí, me comienza a dar vueltas. Me da miedo, me da pena, me da cólera. Pienso ojalá que hoy sólo conversemos» (Vargas Llosa, 2007). La libertad e independencia de Ambrosio se ve suprimida frente a su rol dentro de la sociedad. Ambrosio sigue las órdenes de su jefe, aunque les disgusten. No se opone a estas y más bien intenta conciliarse en la idea que Don Fermín es un buen hombre que procura su bienestar: «-Me gusta ser su chofer -dijo Ambrosio-. Tengo mi cuarto, gano más que antes, y todos me tratan con consideración. […]-Usted sólo le conoce una cara, por eso está tan equivocada con él -dijo Ambrosio-. Tiene otra. No es un déspota. Es bueno, un señor. Hace que uno sienta respeto por él.»¹. A partir del clímax y la enumeración: “Tengo mi cuarto, gano más que antes, y todos me tratan con consideración.” (Vargas Llosa, 2007), se evidencia la dependencia de Ambrosio con Don Fermín. Él necesita de su rol (esencia) como chofer, para poder tener una vida mejor. Esta vida mejor sin embargo estará despojada de libertad e independencia, es decir de una existencia real.

Don Fermín

Vargas Llosa en el bar que dio origen a la novela
Por último, otro personaje en conflicto consigo mismo es Don Fermín, padre de Santiago Zavala. Sobre la responsabilidad y la angustia. Jean-Paul Sartre escribió que “[…] el hombre que se compromete […] se da cuenta de que [al tomar una decisión] elige a la humanidad en su totalidad [y] no puede escapar de [la] total responsabilidad [de sus elecciones].” (Aymard Sartre, 1984) Este hombre siente una angustia “que conocen todos los que han tenido responsabilidades”. (Aymard Sartre, 1984) Don Fermín experimenta esta misma angustia. En la conversación con Queta, Ambrosio comenta: «-Se pone a hablar de sus cosas, de las preocupaciones que tiene -murmuró Ambrosio-. Tomando, tomando. Yo también. Y todo el tiempo veo en su cara que algo se lo está comiendo, que le está mordiendo. […] Le sale todo lo que le preocupa, sus negocios, la política, sus hijos. Habla, habla y yo sé lo que le está pasando por adentro. […]» (Vargas Llosa, 2007). A Don Fermín le angustia sus responsabilidades como líder de una familia importante, como empresario, y como senador. La responsabilidad del padre de “Zavalita” es totalizante y por lo tanto frustrante. Él es consciente y preso de sus responsabilidades personales, familiares, empresaliares y políticas. La relación homosexual con Ambrosio, sólo empeora las cosas. Don Fermín siente “vergüenza” y tiene “miedo de que vayan a saber” (Vargas Llosa, 2007).

En conclusión, la novela realista urbana “Conversación en La Catedral” presenta a personajes atrapados entre su esencia y existencia; aspectos de la filosofía existencialista sartreana. Estos personajes evidencian el conflicto existencialista del individuo en la disconformidad con los roles, el conflicto entre la acción y el pensamiento, la pérdida de la autonomía y la libertad por un estereotipo totalizador y la angustia de la responsabilidad consciente. Los recursos literarios de Vargas Llosa refuerzan esta frustración y disconformidad, a la vez que embellecen el texto. En la novela distópica “1984”, George Orwell escribió: «The best books... are those that tell you what you know already» (Orwell, 1984): “Los mejores libros… son aquellos que te dicen lo que ya sabes”. La novela de Mario Vargas Llosa trasciende porque cuenta de una forma fácil y entretenida conflictos existencialistas que se viven todos los días. El Nobel peruano narra algo que ya sabemos y sorprende al lector al mismo tiempo.

Bibliografía

Aymard Sartre, J.-P. (1984). El existencialismo es un humanismo. México: Ediciones Orbis.
Miguel Oviedo, J. (1982). Mario Vargas Llosa: la invención de una realidad. España: Seix Barral.
Orwell, G. (1984). 1984. Inglaterra: Penguin Books.
Vargas Llosa, M. (2007). Conversación en la Catedral. España: Peisa.


Imágenes




[1]Vargas Llosa, M. (2007). Conversación en la Catedral. España: Peisa.
[2] Aymard Sartre, J.-P. (1984). El existencialismo es un humanismo. México: Ediciones Orbis.
[3] Miguel Oviedo, J. (1982). Mario Vargas Llosa: la invención de una realidad. España: Seix Barral.